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El mar se despereza sobre morosa arena y a la espuma la mece mientras juega con trocitos de nácar (casi perlas) que los tiempos dejaron olvidados, sin orden, en la playa; con alguna libélula (cuerpo de rama al viento y
VENCEDORES DE LA MUERTE (Por Caro Medina Virces) Un hombre como yo, habita los espejos. Desde niño lo veo. Desde siempre. Toda vez que me enfrento al espejo, lo veo. Exactamente igual a mÃ. Mis ojos, mi nariz, mis gestos.
No necesito mucho. Que vengas… que me llames… o, quizás, nada más que te vea aunque sea desde lejos. Como ves, no preciso casi nada para tocar el cielo. ¡Me estallaste en las manos…! Me creciste de pronto y pareció
A mi mujer no le gusta que ladre. Es más, se enoja cuando ladro. No es que me la pase ladrando. Pero los otros dÃas le ladré al carnicero. La culpa es del perro de al lado. Todo comenzó como
Nadie controla al viento, nadie, nadie… Él juega, cuando quiere, o arrasa con los bosques en loco vendaval irrefrenable. Pero no se detiene ni lo detiene nadie. Él puede ser la brisa susurrante en las hojas de los álamos o
Tengo el tiempo del Tiempo acumulado en mis ojos lejanos de celeste sereno formándome resacas en la orilla de mares que no han sobrevolado las aves migratorias en sus vuelos. En cada paso lento me pesan esos pasos que otros
primero ay que quitarse los zapatos sacudir nuestras ropas de ternos y de mufas encender una vela al dios Bragi hacer cuernitos con la diestra y contar hasta diez hasta cien entonces recién entonces ya libre de impurezas procurar el
Debe haber, en un lugar siempre desconocido, ese sitio adecuado para que, y sin quererlo, ocurra algún milagro. Porque nunca gozamos los milagros cuando están ocurriendo. Los notamos después, cuando ya es tarde para que nos regocijemos mientras van ocurriendo
CUENTO PARA NIÑOS DE HASTA 86 Antes de narraros esta historia, o mejor dicho relato, -todo relato es verÃdico- quiero explicaros algunas cosas, a modo de prefacio, a la vez que breve semblanza de nuestro amigo Panza. También, confesaros, haber
Si alguien, alguna vez, con un poco de suerte, inventara una guÃa para guiarse en todos los terrenos misteriosos por los que, muchas veces, se nos pierden los pasos y en los que, por buscarnos, sin querer, nos perdemos, el
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