EL LABERINTO (Por Domingo «Pocho» Galli)
Si alguien, alguna vez, con un poco de suerte,
inventara una guía para guiarse en todos los terrenos misteriosos
por los que, muchas veces, se nos pierden los pasos
y en los que, por buscarnos, sin querer, nos perdemos,
el asunto sería todo un éxito.
Es que somos misterios o fantasmas o duendes
deslumbrados por luces, asustados por sombras,
desvelados en siestas,
y, ante el menor descuido,
giramos como un trompo sobre un punto
o andamos desplazándonos en órbitas erráticas
que no tienen principios ni comienzos.
Y vamos construyendo el laberinto,
arduo, dificultoso, irreflexivo, terco,
que confunde las búsquedas
y, en su interior, nos pierde.
Somos, ante millones de preguntas,
una sola y patética respuesta.