ANTE EL ARTE, ME INCLINO (Por Caro Medina Virces) Correo de Lectores
Si hay algo que no soy, y de ello estoy seguro, es que no soy Crítico. Me cuesta horrores el discriminar, y un buen crítico, fundamentalmente, discrimina. Lo hace, al poner en el fiel de la balanza, con todo el bagaje, y los parámetros de su conocimiento, de sus paradigmas, de su criterio, determinado autor, determinada obra. Yo, tan solo soy crítico, -trato de serlo, me esfuerzo en ello- con mis ‘obras’, y soy -doy fe- rigoroso conmigo. Lo que, fuera de mí, no tiene la más mínima importancia. Porque, toda la autocrítica, es puertas adentro y queda en mí, de modo que mis dictámenes son totalmente inocuos para terceras personas. Dicho esto, paso a dar mis muy sencillos pareceres sobre el rol de cuadros del pintor Néstor Sergio Medina, -coterráneo, y amigo- vistos en la pantalla de mi ordenador, y con franqueza digo: de mano del pintor Néstor Medina, de mi amigo, yo he visto Arte. Arte, nada más y nada menos. Arte en todas sus pinturas. -qué será, mi dios, verlas en vivo y en directo- Hecho que me alegra, y que me saca un… -cómo decirlo- ¿peso de encima?… Ocurre, a mí me ocurre, que antes, de leer un libro, un poema, antes, de ver una obra de arte, de teatro, una película, en este caso unas pinturas, me carcome la ansiedad.
Ansiedad de ver colmadas, o no, mis expectativas. Un temor interior, muy mío, a sentirme defraudado en mis esperanzas. A la vez que, un otro temor, mucho más íntimo, -mezquino, lo confieso- como cierto prurito, a sentirme derrotado, humillado en mis habilidades, superado. Cosa, para desconsuelo mío, que acontece las más de las veces. También ahora, ante la pintura de mi amigo, pero lo mismo, ante la lectura de su libro, Sucias guerras, y no solo, también, con la lectura de su libro de poemas, SURgencias, pero esto es párrafo aparte, y lo dejo para más adelante. Pasemos nuevamente a sus pinturas, que es de lo que quiero hablar: qué beneplácito verlas, sentirme derrotado, superado. Pues, que una pintura es color, es luz, es vida, es poesía, fotografía interior, mensaje, del pintor, es una obviedad, como perogrullada, decir que estas cualidades subyacen, son inherentes al Hombre. Pero, que estas cualidades, todas, converjan en un hombre, y en cada una, y en todas sus pinturas, bueno eso, ya es superlativo; y esto es precisamente, lo que ocurre con el artista Néstor Medina, y con sus obras. Que los orates, los beodos y los niños, dicen la verdad, es una realidad muy antigua. Quiero decir que, cuanto yo afirmo es verdad. Pues estas tres condiciones, las que avalan mi aserto, se han reunido hoy en mí. Que algo de orate y de niño late en mi corazón: y lo de beodo, bueno, embriagado, así, encandilado me ha dejado la pintura de mi querido amigo. Mas, por si no fuera suficiente, a otras pruebas irrefutables me remito. A mis nietos, Milo, de cinco años, y a Charito, de nueve, les hable de mi amigo Néstor, de su calidad de pintor, de poeta del color y de la palabra de Cervantes, y puestos al rol de sus pinturas, una a una les pasaba, y a cada una de ellas, respondían: me gusta, me gusta, me gusta… y lo mismo con Shirley, mi señora, y con mi hija Luciana…
Sana envidia la mía, por tu arte feliz… éxito y dicha, mis deseos para vos, querido amigo.
Caro Medina Virces
Artista plástico argentino, residente en México desde principios de los`80, Néstor Medina ha tenido una intensa vida laboral, distribuida entre la docencia y la creación dentro de las áreas de diseño gráfico y las artes plásticas, sumando a ello la autoría de libros y otras actividades culturales. Su pintura es ecléctica, no atado a ninguna pauta académica y demostrando todo el tiempo que para él pintar es un medio perfecto entre la expresión y el placer.